Una semana más estamos por aquí. ¿Qué os traigo?. Algunos ejemplos de por qué hay que tomarse la diversidad y la inclusión en serio y la importancia de una cultura corporativa que la priorice y la respete.
Pero antes de nada: hace un par de newsletters hablábamos de “Diversidad e inclusión en la industria del cine”. Pues resulta que Netflix ha dicho a los organizadores de los “Golden Globes” (la asociación de prensa extranjera en Hollywood) que dejan de colaborar con ellos hasta que hagan cambios internos más profundos en temas de diversidad e inclusión. No es que no estén trabajando en el tema, sino que creen que van demasiado lentos. Así que ojo a los que pensáis que esto es “opcional”
Y a lo que vamos hoy: ¿Qué es la cultura corporativa y quién la defiende frente a incumplimientos de la propia compañía?.
Toda empresa tiene su propia cultura corporativa “real” , aunque no siempre está escrita y no siempre coincida con la “oficial”. Esta cultura corporativa real determina a quién se promociona, a quién se despide, a quién se contrata, cómo se trata a las mujeres y a las minorías que trabajan en ella y cómo se actúa cuando alguien incumple las normas. ¿Qué sucede cuando alguien de la alta dirección o uno de sus protegidos se salta las normas y la propia empresa no toma medidas?.
Uno podría pensar que para eso están los sindicatos. Los sindicatos han sido un elemento clave a la hora de conseguir unas condiciones de trabajo aceptables y seguras. Sin embargo ni sus máximos defensores pueden negar que (por los motivos que sean) su influencia está siendo muy escasa en la llamada “nueva economía”. Difícilmente un trabajador de Google, Apple, Pinterest o Basecamp va a encontrar incentivos en afiliarse a un sindicato. En España o Estados Unidos la afiliación de trabajadores a sindicatos está en torno al 15% . (Aunque su influencia real es mucho mayor dado el amplio número de trabajadores que pese a no estar afiliados sus condiciones laborales están sujetas a un convenio laboral).
El sindicato es una estructura que funciona bien a la hora de negociar globalmente condiciones laborales de un colectivo (de hecho en los países nórdicos de Europa, con sindicatos no politizados la afiliación sindical suele ser mayoritaria) pero no tienen presencia ni conexión con una gran parte del mercado laboral moderno. (De hecho el intento de crear un sindicato entre los empleados de almacén de Amazon en Alabama, pese al apoyo del mismo presidente Joe Biden, fue rechazado por los propios empleados en votación)
No, desgraciadamente la defensa ante incumplimientos de la cultura corporativa en las empresas de esta “nueva economía” está siendo protagonizada por las propias personas afectadas (generalmente mujeres) en una lucha no tan desigual como cabía esperar.
Vamos con algunos ejemplos que seguro os suenan:
-Google: En diciembre de 2020, Timnit Gebru es despedida de Google por negarse a modificar un paper en el que era coautora en el que alertaba “sobre los grandes riesgos de los modelos lingüísticos, con respecto a sus costos ambientales y financieros, la inescrutabilidad que conduce a sesgos peligrosos desconocidos, la incapacidad de los modelos para comprender los conceptos subyacentes a lo que aprenden y la posibilidad de usarlos para engañar a la gente”. Precisamente estos modelos lingüísticos son una de las tecnologías estrella de Google. El asunto es muy complejo y podéis leer más info aquí. El hecho es que Timnit era la “co-líder” del equipo de Google de ética en Inteligencia Artificial y una de las pocas mujeres de color con una posición relevante en este campo.
Este despido fue acompañado del despido de la otra líder del equipo, Margaret Mitchell lo cual ha puesto a Google en el disparadero sobre determinadas prácticas en relación a minorías, con numerosas reacciones. Entre ellas una carta de solidaridad firmada por más de 2600 empleados, la marcha de la empresa de varios de ellos, una carta de disculpa por parte del CEO de Google Sundar Pichai y (de manera indirecta), la creación de un sindicato de empleados de Alphabet (la empresa matriz de Google) cuyo objetivo es entre otros que Google “vuelva a ser fiel a su motto de “Don´t be evil”, a la vez que ha revelado una lista de situaciones en los que la compañía, según ellos, ha incumplido su cultura.
De momento este sindicato es marginal (apenas 800 afiliados en una empresa con 75.000 empleados) que quizá desaparezca en uno o dos años, o quizá se convierta en un modelo a seguir en otras empresas de estas características.
-Pinterest: He tenido el privilegio de visitar las oficinas de Pinterest en San Francisco en un par de ocasiones y reunirme con su equipo de diversidad, y es complicado encontrar una compañía más agradable para trabajar. Sin embargo esto no fue así para 3 de sus 2200 empleados (curiosamente también mujeres). Aquí tenéis una descripción más detallada de la historia.
Una de ellas, Francoise Brougher (aquí tenéis su versión de la historia), una alta ejecutiva, fue despedida de la compañía. Fue a tribunales y Pinteres se ha visto obligada a indemnizarla con 22,5 millones de dólares por discriminación de género. Otras dos mujeres de color dejaron la compañía en fechas similares , Ifeoma Ozoma y Aerica Shimizu Banks también abandonaron Pinterest alegando entre otras cosas acoso y un sueldo inferior a sus colegas masculinos. Aparte del daño reputacional y económico que estos temas puedan tener para la compañía, Ifeoma ha logrado llevar a votación ante el parlamento de California una propuesta de ley que haría los populares “NDA” (non disclosure agreements) ilegales. Estos “NDA” deben ser firmados por los empleados al entrar en una gran compañía como Pinterest y legalmente les prohíben hablar de las cosas que “pasan dentro”, incluyendo temas como la discriminación o el acoso.
Y por último (hay mucho más que contar pero no me quedan fuerzas), hablamos de Basecamp, una empresa que desarrolla software colaborativo para gestión de proyectos desde el siglo pasado y que contaba con 57 empleados. Es complicado entender lo que ha sucedido en las últimas semanas (la mejor aproximación es ésta) pero resumiendo: los empleados, de motu proprio decidieron trabajar por hacer de Basecamp una compañía más inclusiva. Se creó un debate acerca de una lista que algunos de los empleados de atención al cliente mantenían desde hace años apuntando los nombres más graciosos de sus clientes, varios africanos y chinos. Esto se sacó en una reunión con el CEO Jason Fried y el co-fundador David Heinemeier Hansson que acabó malamente y decidieron unilateralmente cancelar el comité de diversidad e inclusión que algunos empleados de manera voluntaria estaban impulsando. Para colmo el responsable de estrategia de Basecamp, Ryan Fringer , expresó algunas opiniones que no sentaron bien a los empleados (como que existiese eso que se llama “supremacía blanca”, o el “sesgo inconsciente”, y que de hecho “eso era racista”). A los empleados de color de la empresa no les hizo mucha gracia que un hombre blanco les acusase de racismo .
Por resumir: esta discusión y la falta de sensibilidad de su CEO a temas relacionados con la necesidad de mayor diversidad por parte de sus empleados ha motivado que de momento más de una tercera parte de los trabajadores de Basecamp hayan dejando la compañía, amenazando incluso el futuro de la misma.
La moraleja, ya al final de mis fuerzas un domingo por la tarde: Hacer las cosas bien en términos de cultura corporativa, diversidad e inclusión no es opcional. La sociedad demanda, más que nunca, empresas justas y honestas.
Diversidades de todos los tipos!! TOP